Según una investigación dirigida por el prestigioso historiador Jordi Bilbeny, el Estado español asesinó al fundador del PNV en la cárcel. Sabino Arana comió el día de Navidad acompañado de su hermano Luis y otros dos amigos. La administración de prisiones, encargada de velar por la salud del interno, permitió que formarán parte del menú estos platos: entremeses, aceitunas y anchoas, ostras, sopa de chirlas, ensalada de alubias, bacalao en salsa roja, angulas, besugo, bermejuelas, merluza frita, caracoles en salsa roja, vino de Aramburuzabala, chacolí blanco, Jerez, Oporto, Chartreusse, compota de manzana, postre de pastel (poudre ruso), mazapán, turrón (Jijona y yema) y café. Como consecuencia del pantagruélico banquete Sabino Arana cayó enfermo y acabó falleciendo poco tiempo después. Murió por la libertad de Euzkadi, se convirtió de esa manera en el primer mártir del nacionalismo vasco.